En el último visionado de éste miércoles que realizamos en la Cineteca de Matadero Madrid, notamos ya cierto acostumbramiento a ver a niños, jóvenes y adultos del barrio, protagonizando, co-dirigiendo y guionizando sus propios films.
Una de las cosas que se resaltó el miércoles pasado en los comentarios es la fuerza interpretativa de la gente.
No habría novedad cinematográfica si tenemos en cuenta que el cine siempre ha ido involucrando a personas no profesionales de la actuación desde sus mismísimos orígenes.
Pero es verdad que llama poderosamente la atención la fuerza interpretativa que están pudiendo sacar en nuestras películas. Demuestra simplemente que en con unas mínimas pautas de desarrollo escénico y narrativo a su favor y dejados en la libertad de simplemente vivir bajo cámara los hechos que se proponen, imprimen un particular grado de autenticidad y en muy diferentes registros.
Si a eso agregamos que también la narrativa general, el guión y gran parte de las ideas de dirección de dichas escenas, están concebidas también por la gente común, la reflexión se hace más intensa porque confirma que si los técnicos trabajan al servicio de la gente y ceden su control, la interpretación cinematográfica puede enriqucerse notablemente.
Hemos hablado hace poco del nuevo sujeto productor, aquel que en sesiones de debate se le ve tomando decisiones sobre el contenido de las escenas, de la película y al que una cámara de Cine sin Autor suele y debe retratarle como ese nuevo sujeto guionista que piensa, imagina y planifica un imaginario cinematográfico.
Pero luego, cuando vemos en la sala el poder interpretativo el amplio mosaico de registros en escena, de estas personas o de otras que son dirigidas por ellas y vemos las reacciones que generan en el público, se confirma que el cine puede ser ocupado interpretativamente por la gente común y que puede llegar a hacerlo francamente bien.
Pero siempre es bueno recalcar que esa fuerza interpretativa no proviene de un entrenamiento como actores y actrices y que éstas personas tampoco deben ser concebidos como tales.